sábado, 30 de diciembre de 2006

El Tablero Asiático

Diciembre del 2006 termina con dos hechos que marcan el pulso del tenso escenario asiático en lo que carrera armamentista se refiere.

Por una parte la Cámara de Representantes y el Senado de Estados Unidos aprobaron una legislación para permitir la venta de reactores y combustible nuclear a la India, por primera vez en 30 años. La noticia que ocupó muy poco espacio en la mayoría de los diarios, significa un giro radical a la política estadounidense de no proliferación nuclear y al mismo tiempo, uno de los únicos "triunfos" del gobierno de Bush en lo que a política externa se refiere.

Con la firma del tratado Washington se segura de contar de ahora en adelante con un importante aliado para una de sus principales preocupaciones: controlar la creciente influencia de China en el escenario geopolítico asiático y mundial.

Por otro lado, mientras se firmaba este acuerdo, se retomaban las conversaciones de la Reunión de los Seis, suspendidas desde septiembre de 2005. En ella, Corea del Norte, Corea del Sur, China, Japón, Estados Unidos y Rusia, pretendían llegar a nuevas negociaciones sobre el arsenal atómico de Corea del Norte. Luego de tres días, las conversaciones finalizaron sin avances y sin declaración conjunta y sin acuerdos.

Las dos jugadas movilizan a varios, varios que tampoco son tantos, de los que ocupan un lugar en el tablero asiático.

India, que hasta el momento parecía no haber definido su posición y disfrutar de la política del "collar de perlas", gracias a la que se dejaba cortejar por China y Estados Unidos a la vez, parece inclinarse por fin por uno de sus dos pretendientes.

Por otra parte, la negativa de Pyongyang a finalizar sus ensayos nucleares mientras Estados Unidos no finalice su bloqueo financiero, moviliza a otro importante actor: Japón, que bajo el alero de su nuevo primer ministro de derecha, Shinzo Abe, parece moverse nuevamente hacia el militarismo nipónico, esta vez, avalado por Washington.

La "amenaza norcoreana" parece dar la luz verde para uno de los proyectos del nuevo primer ministro japonés: modificar por medio de un referendum el artículo 9 de Constitución Pacifista, firmado tras la segunda guerra, y transformar así las fuerzas de autodefensas japonesas en fuerzas armadas.

La propuesta, avalada por Washington que ve en Japón otro posible aliado para contener a China, puede conducir a un rearmamiento del país del sol naciente, que no hará otra cosa que acelerar la carrera armamentista que ha convertido a Asia en una de las regiones más peligrosas del planeta.


Links a artículos relacionados:
http://news.bbc.co.uk/2/hi/south_asia/6189467.stm

http://diplo.uol.com.br/2006-09,a1410

viernes, 29 de diciembre de 2006

La Luz y La Sombra

COMENTARIO del EL ELOGIO DE LAS SOMBRAS de JUNICHIRO TANIZAKI

"Lo bello no es una sustancia en sí, sino un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra”.

“El Elogio de la Sombra” de Junichiro Tanizaki (1886-1965) es una reflexión sobre el papel de la sombra en la arquitectura japonesa. Pero es algo más. La penumbra, la opacidad, el espacio vacío, la pátina que el tiempo acumula en los objetos -temas que Tanizaki toca a lo largo de su ensayo- expresan más que una preferencia estética un ejercicio de admiración hacia una forma de construir y de aproximarse al mundo de una tradición que el escritor teme en extinción.Tanizaki a lo largo de las páginas recorre, extraña, pero sobre todo registra más que escenas, una posibilidad de sentido, para quien a más de setenta años de su publicación, recorre las páginas del libro.

La Sombra como Posibilidad


El antiguo filósofo taoísta Lo tse señalaba que la verdadera belleza de una habitación residía en el espacio vacío delimitado por el techo y las paredes, en lugar de depender del techo y las paredes en sí. La idea se desprendía de un ideal estético que aspiraba al vacío, en el que la verdadera belleza no podía aparecer en el mundo material si éste no se despojaba de casi todo. Era tarea de la mente, de la imaginación de quien ponía un pie entre esas paredes, completar el cuadro (1) .


La filosofía de Lao tse, que tomó gran importancia en Japón a través del budismo zen, se materializa en la casa japonesa que evita la decoración en beneficio de la desnudez y la contención.


Tanizaki señala cómo “los occidentales se asombran de la sencillez de las habitaciones japonesas, no viendo en ellas más que paredes cenicientas desprovistas de adornos. La reacción es comprensible pero revela la incapacidad de comprender el misterio de las sombras”.


La oscuridad aparece así como una necesidad para esta extraña belleza. “Un cofre, una bandeja de mesa baja, un anaquel de laca decorado con oro molido, pueden parecer llamativos, chillones, incluso vulgares, pero hagamos el siguiente experimento: dejemos el espacio que los rodea en una completa oscuridad, luego sustituyamos la luz eléctrica por una única lámpara de aceite o una vela y veremos inmediatamente que esos llamativos objetos cobran profundidad, sobriedad y densidad… e incitan al hombre a la ensoñación”.


Es la sombra la que da la posibilidad a ese mundo de ensueños y de “incierta claridad” en la que Tanizaki parece encontrarse con el mundo inmaterial del que hablaba Lao Tse. Es en esta especie de duermevela en la que los objetos pierden su contorno dejando espacio para que nos aproximemos a ellos de una manera lenta, gradual, casi táctil. Por un minuto es esta sombra, que borra los límites exactos, la que nos permite respirar a un mismo ritmo con los objetos y llenarlos de sentido. Se trata aquí de un espacio borroso, pero poblado de presencias.


El Paso del Tiempo


“No es que tengamos ninguna prevención a priori contra todo lo que reluce, pero siempre hemos preferido los reflejos profundos, algo velados, al brillo superficial y gélido; es decir, tanto en las piedras naturales como en las materias artificiales, ese brillo ligeramente alterado que evoca irresistiblemente los efectos del tiempo… No es menos cierto que nos gustan los colores y el lustre de un objeto manchado de grasa, de hollín o por efecto de la intemperie, o que parece estarlo, y que vivir en un edificio o entre utensilios que posean esa cualidad, curiosamente nos apacigua el corazón y nos tranquiliza los nervios”.


El escritor nos lleva a otro de los temas por los que transita a lo largo del ensayo: la huella que el uso y el tiempo deja en los objetos.


Se trata aquí de la memoria impresa en las cosas, del gesto que se repite y que por lo mismo, llena de sentido el presente al volverlo una ceremonia cotidiana.


Aparece así el valor de aquello que el uso y el tiempo vuelven imperfecto, marcado. Otro espejo que nos devela Tanizaki. Al encontrar la belleza en el utensilio manchado por la grasa de las manos volvemos encontrarnos con la belleza de nuestra propia imperfección y de las marcas que el tiempo ha dejado en quien repitiendo la ceremonia, se encuentra con ese objeto entre las manos.


Frente al resplandor que evita la pátina del tiempo y que por lo mismo, es eterno presente, nos encontramos con lo opaco, lo velado, que nos devuelve al transcurso temporal de nuestras propias vidas.


Y es que en Tanizaki nos encontramos con la posibilidad de un mundo habitado, de un espacio lleno de resonancias que da paso a una de las posibilidades que nos ofrece el pensamiento japonés: la aceptación de las condiciones de la propia existencia.


Hacia el final del libro el escritor señala a propósito de la diferencia entre occidente, devoto de la luz y oriente, devoto de la sombra: “Mirándolo bien, como los orientales intentamos adaptarnos a los límites que nos son impuestos, siempre nos hemos conformado con nuestra condición presente; no experimentamos, por lo tanto, ninguna repulsión hacia lo oscuro; nos resignamos a ello como algo inevitable: que la luz es pobre, ¡pues que lo sea!, es más nos hundimos con deleite en las tinieblas y encontramos ahí una particular belleza”.


Y es en esta aceptación donde nace la posibilidad de valoración de lo incompleto, de lo imperfecto ya no como simple condición, sino como posibilidad estética, de belleza como estado incompleto, temporal, y que no podemos abarcar si no es a través de nuestra propia imperfección.


La posibilidad de vacío, de ausencia de contorno, de la que hablaba Lao Tse, aparece, en el recorrido de Tanizaki, como posibilidad de aceptación, pero sobre todo posibilidad de sentido. Y es en ese punto, en esa misma posibilidad de la sombra, donde el tema de Tanizaki deja de ser una cuestión de oriente y occidente para volverse un tema universal.


Datos del libro:
El Elogio de la SombraJunichiro TanizakiEdiciones Siruela19ª edición, diciembre de 2005España
NOTAS:
1-. Murata, Noburo y Black, Alexandra. La Casa Japonesa.